—LA DIVINA COMEDIA
___ILUSTRACIÓN—CONCEPTO
Sistema visual de la obra completa de __DANTE ALIGHIERI________LA DIVINA COMEDIA.
* __Una ilustración por cada uno de los 100 cantos y los mapas correspondientes a INFIERNO, PURGATORIO Y PARAÍSO.
Cuando empiezo a leer un libro lo hago por el final. Leo la última página primero, y La Divina Comedia no fue la excepción.
Al iniciar la lectura desde la primera página, después de ese rito hereje que ya es todo un hábito, me encontré perdida en la Selva Oscura, como Dante. Con el transcurrir de la lectura, me fui animando a conocer a ese monstruo inabordable y terminé por enamorarme de él y de su obra. Tanto, que decidí ilustrarla con la intención puesta en transcribir visualmente el relato, pero con un tono más llano, como incentivo a otros lectores para que también se animen a descubrir su belleza.
Mis ilustraciones buscan ser una representación conceptual de la obra de Dante. Una puesta cronológica del camino que hace con Virgilio —su guía—; una puesta “desde adentro”, en primera persona.
LOS OBSERVADORES, LOS LECTORES, EN ESTA PROPUESTA, SOMOS DANTE.
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Navegamos las ilustraciones de los 100 cantos a través de los ojos del poeta. Lo que él ve, lo que él describe, lo que él siente. Por eso Dante no aparece en el relato visual. Virgilio tampoco. ¿Por qué? Porque si nosotros somos Dante, las ilustraciones apuntan a ser Virgilio en todo este lío.
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La forma circular está en la base de las tres partes del viaje de Dante: los círculos del Infierno, las cornisas circulares del Purgatorio, las esferas de los planetas en el recorrido por el cielo del Paraíso.
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La Divina Comedia está repleta de simbología numérica, geográfica, metafórica. Acá, cada ilustración individual es una síntesis del canto con acento en el análisis simbólico. Descontextualizadas, podrían parecer surrealistas o al menos distantes de la trama del libro. Consideradas en su totalidad, en cambio, y en el contexto del discurso de Dante, deberíamos poder ver en ellas una suerte de resumen conceptual, en el cual nada queda librado al azar.
Para reforzar la coherencia de las ilustraciones creé un sistema visual para cada una de las tres fases. En el Infierno, los personajes están sumergidos en huecos bajo tierra. En el Purgatorio, que transcurre sobre el Monte Purgatorio, están sobre la tierra. En el Paraíso, donde los personajes van ascendiendo de planeta en planeta, están en el cosmos con foco en la mitología de los astros que visitan.
Las señalizaciones morfológicas y los guiños simbólicos se encuentran a lo largo de todo el sistema: en la cantidad de escalones, en la proporción de estrellas, en la aparición de constelaciones, en la ubicación de los elementos.
Mi decisión sobre el uso del color en las ilustraciones sigue un criterio doble. Por un lado, está basada en la teoría física del espectro visible (básicamente, la gama del espectro electromagnético perceptible por el ojo humano). Los distintos colores que conocemos se ubican en distintos puntos de ese espectro, que va del rojo al violeta (de allí lo de “infrarrojo” y “ultravioleta”). La suma de todos los colores del espectro visible –llamada mezcla aditiva– da como el resultado el blanco (luz pura). El segundo criterio lo ofrece la psicología de la percepción. Así como el blanco se asocia, simbólicamente, a la presencia de luz (y alcanzar La Luz es precisamente el objetivo del largo camino que recorre Dante desde el Infierno hasta el Paraíso), otros colores portan otros significados.
De acuerdo con este esquema, cada parte de la travesía tiene asignada un color que simboliza el contexto en el cual se encuentran los personajes. Los círculos de color que contrastan con el blanco y negro de la base simbolizan, a modo de énfasis, los puntos álgidos de cada canto en particular. El rojo, que tiene la frecuencia de vibraciones más baja en la escala, y está psicológicamente asociado al peligro y al impulso de las pasiones, está asignado al Infierno. El amarillo, de frecuencia media y psicológicamente vinculado a la temporalidad y al optimismo, al Purgatorio. El verde-celeste, que es de alta frecuencia y psicológicamente se vincula a la fidelidad, la tranquilidad y la confianza, al Paraíso. En el espectro de frecuencias, el último color, el de vibración más alta y que podemos vincular a la espiritualidad y la divinidad, es el violeta. La intención deliberada de no usarlo deriva de la certeza de que los personajes que están en el Paraíso, si bien tienen la buenaventura de que se les conceda la gracia de estar cerca de él, no son ellos mismos el Ser Supremo.
Así como el texto manifiesta una evolución interna del protagonista, las ilustraciones también sufren esa metamorfosis desde la composición. En cuanto a trama, el trazo y los equilibrios, la complejidad de las primeras es directamente proporcional a la simpleza de las últimas.
El Infierno muestra escenarios confusos y caóticos; en el Purgatorio se reducen las tramas y se simplifican los fondos; en los cantos del Paraíso, finalmente, se limpia el trazo y se acota la variedad de elementos.
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Grita el Infierno, habla y espera el Purgatorio. Entonces sucede, conclusivo e inevitable, el canto 33 del Paraíso. Empezar por el final es, tal vez, una invitación inexorable a la ceremonia circular de recorrer el camino del poeta siendo protagonistas:
«
Aquí faltó la fuerza a la elevada fantasía; pero ya eran movidos mi deseo y mi voluntad como rueda cuyas partes giran todas igualmente por el amor que mueve el sol y las demás estrellas.
Con estas palabras concluye Dante su obra. Y con ellas invito al lector, empezando por el final como acostumbro, a que emprenda su propio viaje por este relato visual de la La Divina Comedia.
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—CORTO BASADO EN EL CANTO 3 DEL INFIERNO DE LA DIVINA COMEDIA DE DANTE ALIGHIERI
GUIÓN, ILUSTRACIÓN, DIRECCIÓN DE ARTE, ANIMACIÓN
—Maru Ceballos
MÚSICA Y DISEÑO DE SONIDO
—Gastón Massenzio / Juan Irusta